domingo, 22 de agosto de 2010

Tú decides que elegir




El maestro Jesus nos dice que no luchemos contra el mal, por que de esa manera y sin quererlo nos uniremos a el.

Si hay algo en que todas las religiones coinciden es en el concepto de omnipotencia divina. Es decir, que Dios tiene todo el poder. Entonces, ¿que poder le queda al mal, a Belcebú, Satán o quien sea?

El único poder que pueden tener estas falsas entidades, es el miedo que le proporciona la creencia humana.

Lidiar contara un poder inexistente como el mal, en cualquiera de sus manifestaciones inventadas por el hombre, Satán, demonios etc. es alimentarlo con nuestra atención y brindarles la oportunidad de adueñarse de nuestra energía vital para que de esa manera puedan obtener una realidad y poder que de por si no tienen.

Cristo nos recuerda que no debemos luchar con el error. Solo tenemos que cumplir con la ley de leyes del AMOR, que es la energía mas poderosa del Universo, y todo concepto del mal y sus consecuencias se auto eliminaran inmediatamente.

Recordemos este pasaje de la Biblia:
Reza por tu enemigo y le coronarás la cabeza con brazas ardientes.

El maestro Nazareno nos recuerda que amemos a nuestros enemigos y al prójimo como a nosotros mismos, por que si amamos solo a los que nos aman ¿Qué bien haríamos?

Con respecto al prójimo, si de verdad lo aprecias como a ti mismo, lo aceptas como es o lo dejas que continué su camino.

Es ardua e inútil la tarea de cambiar al otro para que se convierta en lo que queremos.

Recordemos que los defectos y errores que observamos en los demás, son solo el reflejo de lo que nosotros llevamos dentro.

Si no tuviéramos esos defectos latentes en nosotros jamás podríamos verlos, juzgarlos y querer cambiarlos en los demás.

Solo es posible cambiar uno mismo y quizás ese buen ejemplo sea tomado por el otro y a su debido tiempo cambie para mejor.

Una buena acción en la verdad del bien y el amor, es un ejemplo que vale más que mil palabras supuestamente llenas de sabios consejos espirituales.

Hay que predicar con el buen ejemplo, porque el que tiene fe no necesitas ninguna prueba de comprobación y al que no la tiene, ni mil pruebas les serán suficientes.

Somos el producto final de la fe o el miedo que tengamos.

El destino lo vamos creando en base a los pensamientos que abrigamos, las palabras que pronunciamos y las obras que realizamos.

El pasado ya fue, dejo de existir. En el presente, vamos gestando nuestro futuro destino.

¿Tienes fe en el bien y el amor? En eso te convertirás y todo tu entorno afín será.

¿Tienes miedo del mal, crees en su poder? Eso tendrás y todo tu entorno se derrumbará.

Solo es así de simple, y así será.

Nosotros elegimos. Podemos crear y habitar el paraíso más hermoso o el infierno más horrendo.

En definitiva tú decides que elegir.

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